Poemas de Rubén García Sandoval (1994)

elijo cada una de mis alergias

el universo todo me da alergia...

el polvo me da alergia 
porque me cubre del pasado y
porque me esconde detrás de mis ojos

el níquel me da alergia
como una espada blanca 
atravesando mi propia metamorfosis

la rutina me da alergia
por el claroscuro monstruoso 
paso del tiempo
 
el estrés me da alergia
por mi adicción al caos y
a la adrenalina autoprovocada

el contacto visual me da alergia
por la anarquía tornadiza de las miradas
o la inmutable pudicia de mis ojos

el sexo me da alergia
por la incompatibilidad mental
por la búsqueda de aplausos 

la penicilina me da alergia
o tal vez no
quizá le tengo alergia al miedo

y mis alergias duran lo que mi conciencia intenta interpretar o lo que mi cuerpo elige agonizar.

sal en los ojos

el polizonte que recorre las calles de sangre no se detiene ni a observar de reojo las úlceras sangrientas ni busca justicia en el bombardeo involuntario ni busca otro legado que bañar con burbujas cada rincón oscuro en cada santiamén biográfico como un aliento de aguavino de encías sangrantes del sentimiento original renovado en la sangre derramada y la sincronía oportuna de la tierra media del café de colores con los intestinos ajustados por las cuerdas multipresentes en cada uno de los extremos de su ínfimo alcance sin otro particular que ahuyentar el miedo mientras haya vida que vivir y conservar la amistad con lo vivido y no soltarle la mano al dolor ni acudir a lo que sucederá sino surfear la crisis de globo propio como la separación ética del tiempo de vida que nos queda y el que ya se fue como las golondrinas que vuelan marcha atrás y emprenden viajes en el tiempo perceptibles solamente desde esa piel con ojos de sangre con sal porque el polizonte solo descansa cuando una avalancha de sal inunda la ollada miope y escala la montaña insípida para llegar al otro lado y procurar un último aliento antes que la herida que sangra por los ojos inunde el templo y ahogue a cada ladrillo y mate toda esperanza de cada niño que esperaba su baño de burbujas


inagotable instante

el inagotable instante 
la infancia fugaz
el retorno constante
lo vivido atrás
arenas movedizas

tengo que dejar de ver el futuro con ojos del pasado
con sensaciones pasajeras abandonar la amable naturaleza 
sólo aparentemente indómita. que me condena inmóvil 
inconcluso 
jodido 
en la podredumbre tengo que dejar de ansiar certezas el absolutismo encefálico maldito un sinsentido que invade mi cuerpo estancado en arenas movedizas tatuado temporalmente por emociones infantiles el descontrol mental la agonía 

pasajera 
tormenta eléctrica 
sólo aparentemente inevitable.

cinco minutos

en cinco minutos soñé 
una vida a tu lado
como decía Víctor Jara: la vida es eterna
en cinco minutos
es lo ilusorio de lo inalcanzable lo jodido de estar ciego y lo que impide el denuedo

justo cuando el valor atravesó mi mirada 
recuperé la vista al pasar a tu lado y te robé 
cinco minutos de tu vida

una audaz decisión 
una posible decepción 
fue como un sopapo para ver que sólo bastaron 
otros cinco minutos
para pasar 
esta vida a tu lado
reencarnación

tal vez en otra vida fui otra cosa pero en esta vida 
soy una calculadora
café con leche

es mejor no creer en la reencarnación 
ni en la vida después de la muerte
elijo no creer

es mejor no soñar una vida juntos
si vamos a vivirla esperando la muerte
claro que no

es mejor disfrutar la vida
como si fuera una
sabiendo que tendremos 

mucho 
tiempo para estar 
muertos

prefiero ver el verde de tus ojos en 
el horizonte curvo y radiante
de los paisajes de mi jardín secreto

o mecerme en mi hamaca
mientras espero el café con leche
que me estás preparando

o hacerte el amor mientras 
vamos de camino a hacer el amor
o disfrutar de 

mi soledad mientras transito hacia el polvo...

nos persigue la muerte

no somos amigos de la muerte ni la conocemos
pretende alcanzarnos tocarnos pringarnos polvo 
pero siempre llega tarde 
cuando ya no estamos cuando ya nos fuimos
desconocida geometría

el espesor de tu mirada me traspasa esa mirada 
de reojo la densidad la sutil conversación 
sin palabras el roce de tu cuerpo con el mío 
a ritmo de reggaetón 

el espesor de tu mirada la geometría psicodélica 
de tu piel tu aliento en mi oído tu alma curva y fractal 
entregada para todos y para nadie más
que vos misma

todas esas pequeñas cosas me hacen pensar escribir en borrador y tirar el papel (des)conocerte 
de a poco porque al final solo me queda la calma 
cautela en este baile de a dos

el reflejo de la sombra

la vida me enseñó a desconfiar de las personas que no tienen sombra y los he visto les da la luz del sol y no producen sombra sus sonrisas espléndidas reflejan la luz que sus ojos no pueden producir y encandilan a cualquiera que esté dispuesto a la muerte en vida al desperdicio temporal al débito automático o al cálculo imposible del reflejo de la sombra en la vida que ellos pretenden explicar desde el occiduo galicinio del día a día y la efabilidad de esto se hace efectiva solamente desde las más perversas mentes propagandísticas con esa fachada seductora y esa cítrica conexión visual con la boca

Rubén nació en Santa Cruz de la Sierra, pero más que un cruceño es un camba-colla-chapaco universal. Es internacionalista y conflictólogo de profesión, músico para sí mismo y nadie más; poeta cuando le da la gana. Fue cofundador y parte del directorio de Cronistas Latinoamericanos. Ha escrito ensayos sobre pensamiento político cruceño y es columnista de opinión en Unitel Digital, entre otros medios como El Deber y La Razón. Es miembro del Grupo de Análisis Permanente «La Bolivia Posible» de la ANF. Es activista de causas que solo en su mente tienen sentido y fue Comandante General en la Guerra de las Losetas (2022).

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